The truth is on your canvases…

Por Píter Ortega Núñez

Pórtico

La producción plástica del joven artista cubano Tony Rodríguez (Juan Antonio Rodríguez Olivares, Santiago de Cuba, 1980) se erige en torno a un núcleo temático fundamental: el universo del viaje. Los personajes del artista son unos eternos transeúntes, unos viajeros incansables. Experimentan un nomadismo perpetuo, un constante desplazamiento (físico y simbólico). La estabilidad y la permanencia no tienen cabida en sus narraciones. La pregunta interesante sería: ¿qué buscan estos seres?, ¿hacia dónde se desplazan?, ¿cuál es la finalidad última de su periplo?, ¿cuál es su meta?, ¿por qué les apasiona el movimiento?

Quimeras

Probablemente, más que una travesía física, se trata de un viaje ficticio, utópico, una sempiterna persecución de esos sueños, aspiraciones y anhelos de estos infatigables hombrecitos en marcha. Como El Quijote, estos personajes son unos guerreros románticos, unos justicieros henchidos de valor y profunda eticidad. Es así que se aprestan a conquistar el mar, a rebasar las fronteras terrestres que les aprisionan, a degustar el llamado sueño americano, a desafiar un nuevo orden mundial. O a retar el sol –como Ícaro–, a conocer ese día después de mañana. A conquistar el espacio, a sobrevivir con “extrañas formas”. A luchar por su libertad y plenitud. Su principal arma: la fe, la confianza en la infalible ley de la atracción, la certeza de que todo lo maneja la mente humana, y un pensamiento repetido mil veces se convierte en una verdad.

Símbolos

En relación con lo apuntado, el creador se vale de ciertos símbolos iconográficos de innegable efectividad y poesía visual: molinos, barcos, ruedas y hélices, relojes, globos aerostáticos, islas flotantes –móviles–, cámaras de tractor, manzanas, ciudades y su arquitectura. La mayoría alusivos al tránsito, al intercambio de relaciones espaciales. Íconos de visible teatralidad, cual puesta en escena de narraciones apócrifas. El autor hace convivir momentos históricos y escenarios geográficos divergentes, en una libertad de asociación y un alcance metafórico que se disfrutan sobremanera.

Tic tac

Otra constante en la obra de Tony Rodríguez es aquella relacionada con el tiempo y la memoria. En sus piezas la lógica temporal es difusa, compleja, se distancia de la manera en que la entendemos en nuestros contextos de interacción cotidianos. Los relojes del artista marcan una hora diferente a la nuestra. Son caprichosos, antojadizos. Inestables. Su tiempo es fractal. Adentrarnos en la poética del autor implica viajar al pasado y al futuro con la misma intensidad, y a veces ambos viajes ocurren, curiosamente, al unísono. Ello supone retroceder o avanzar cientos, miles de años. Tarea titánica, pero seductora, fascinante. La iconografía de Tony nos hace desconectar, volar hacia el vacío, proyectar nuestras mentes hacia lo más ignoto del universo, y regresar satisfechos (con muchas dudas, pero felices).

El estilo

Los trabajos del creador emplean una operatoria estilística cercana a los preceptos de la estética surrealista, en especial en lo que concierne a la convivencia de mundos antagónicos, espacios de representación dispares, con el ánimo de generar extrañamientos, más que analogías. Incluso, en algunas obras se evidencia un guiño directo a figuras emblemáticas de dicho movimiento artístico, como es el caso de René Magritte (“Welcome Mr. Magritte”). Los delirios y la fértil imaginación de Juan Antonio encontraron en el proceder surrealista la vía perfecta para canalizar sus preocupaciones temáticas. 

Sin embargo, Tony no se queda en el mero juego formal y tecnicista. Su interés va mucho más allá, hasta incursionar en profundas problemáticas sociales, psicológicas, éticas. Tales son los casos de tópicos recurrentes en sus obras como el desarraigo, la obstrucción de los ideales más genuinos, la huida física y espiritual, la complejidad del dueto héroe/antihéroe, la tensión entre el bienestar colectivo y la conveniencia individual, entre otros. El autor siempre quiere decirnos algo, le interesa que no nos quedemos en la complacencia visual, sino que ahondemos más allá de la superficie, que hurguemos en las heridas que subyacen. Quiere que reflexionemos, que nos situemos en el lugar de los sujetos de representación. Está consciente del decisivo papel del arte como herramienta de comunicación, como vía para expresar las inquietudes humanas más auténticas. Lo sabe y lo practica muy bien en sus creaciones.

La Historia del Arte

Otra línea temática de interés para el artista es la de revisitar el pasado de la Historia del Arte, mediante el homenaje y la reinterpretación de algunos de sus clásicos. Así ocurre con la apropiación que hace de la célebre obra de Gustave Courbet “El origen del mundo”, a la cual tituló “Courbet y yo”. En la versión de Tony el elemento erótico se acrecienta, debido a la incorporación de figuras humanas masculinas (¿el propio autor?) sobre el afamado torso femenino, a la manera de pequeños hombrecillos que curiosean en torno a las zonas erógenas. Al mismo tiempo, el componente arquitectónico y urbanístico de fondo le confiere un encanto mayor a la pieza.

También interesante resulta la versión que realiza a “La Gioconda”, de Leonardo Da Vinci, a la cual llamó “Monna Lisa Rastafarian XXI Century”. Interesante y chistosa a la vez. En esta ocasión el artista echa mano a un símbolo característico de ciertos guetos de la contracultura urbana del siglo XX (los drelos rastafaris) y los coloca en el lugar del pelo de La Gioconda, en un gesto perverso que me seduce enormemente. Esta Mona… es una hippie, una rebelde del arte y la vida, una transgresora de los cánones del protocolo histórico. Legítimo homenaje desde el humor, pero con múltiples lecturas sociales, culturales. Conjunción de alta y baja cultura, cultura de élite y cultura de masas. Proceso de banalización cultural, desacralización de modelos que eran considerados “de culto” para la tradición moderna… Aspectos todos que entroncan o emparentan esta pieza con la sensibilidad más auténticamente postmoderna.

Azul, siempre azul

Otro protagonista esencial en la obra de Tony es el mar, el océano omnipresente que todo lo puebla, todo lo domina. Un mar casi siempre enfurecido, tormentoso, que dialoga con los personajes a la manera de nefastos presagios, augurando acontecimientos difíciles, periplos dolorosos. Algo así como la maldita circunstancia del agua por todas partes. 

En la dirección anterior, los trabajos del artista abordan una temática que continúa siendo desgarradora para muchas vidas: la emigración, el éxodo en embarcaciones precarias, con toda la imaginación y la creatividad populares que se esconden detrás de este. Una emigración que no cesa, que no deja de cobrar numerosas vidas en el intento. “Estado de sitio”, “En busca de la libertad”, “La ciudadela”, “¿Por qué pedid ayuda, acaso no tienen fe?”, “Navegando”, “Solo la fe salva”, “Mare Nostrum”, “Atrapados”… son obras en las cuales la experiencia del emigrante se presenta como un problema no resuelto, como el principio de una tragedia de grandes dimensiones. 

Especialmente reveladora se me antoja “Estado de sitio”, donde la ciudad y su gente han quedado atrapadas en la circularidad de su propio viaje, en la nulidad e ineficacia de una travesía que conducirá, siempre, al punto inicial. Un cerco férreo más allá del cual pareciera no haber vida humana, sino más bien tierra árida, inhóspita, desértica. El dispositivo neumático que debió servir como agente de salvación y tránsito, se ha convertido en la propia cárcel de la tripulación. Aguda parábola del viaje como inconveniente, como limitación, como fracaso consumado. Como desilusión.

 

Tony Rodriguez
 

La ínsula

Paralelamente, y muy íntimamente ligado a las metáforas del mar, se presenta en la producción del autor el asunto de la insularidad. Como buen cubano que es, dicha arista no podía faltar dentro de sus creaciones. Sus trabajos están colmados de islas por doquier: islas estáticas, islas errantes, islas voladoras, islas aprisionadas… Las modalidades y variantes son infinitas, tanto como la capacidad de asociación poética del autor. Terruños donde los sueños germinan, y se desvanecen. Tierras de aventuras y desesperanzas, de utopías y desencantos. Obras hermosas, en definitiva, portadoras de una hondura humana muy notable. 

El nuevo orden…

Sin duda uno de los cuadros paradigmáticos dentro de la carrera toda del creador es “The New World Order”, del año 2012. En este se nos transmite un mensaje tremendamente bello. La escena está compuesta por una ciudad circular, cuya estructura nos recuerda de inmediato al coliseo romano. Al centro, un sujeto ofrece un discurso a las masas, mientras a sus espaldas se observa una pintura de tipo paisajístico. ¿Qué nos quiere indicar el autor con todos estos símbolos? Pues probablemente nos dice que, ante un “nuevo” orden mundial de barbarie y monstruosidades, de circos y gestos inhumanos, el arte será la vía para la salvación, para la redención de la especie humana. Ese individuo ha de estar brindando una charla de paz, una disertación de amor y nobleza, tan necesaria en nuestros días. Y qué bueno que su instrumento fundamental de convencimiento es el arte, ese camino tan recto a la nobleza del espíritu. En estos tiempos de sobrada violencia y muerte, de tanta guerra innecesaria, un cuadro como este me resulta enormemente sabio, por conciliador y altruista.

Nada que decir

Igual de lúcido y problematizador es el lienzo titulado “El discurso” (2009). En este caso se nos presenta la misma ciudad con semejante estructura circular evocadora de la gradería romana. Al centro, también un podio con dos micrófonos, con la única y esencial diferencia de que aquí el conferenciante está completamente ausente. Metáfora esta que se torna bien contundente. ¿Será que nadie se atreve a erigirse en predicador? ¿A qué le temen? ¿A qué se debe la ausencia de un líder? La ciudad ha perdido su orador, su misionero, lo cual es grave, en tiempos en que la palabra resulta medular en la construcción de mundos más democráticos, más justos. Entretanto, y curiosamente, cercano al podio se visualiza un grupo numeroso de libros, entre abandonados y dispersos. ¿A qué se debe este vínculo entre el ejercicio de la oralidad y el de la palabra escrita? ¿Será que el presunto disertante, de tantas lecturas y erudición, ha extraviado la voluntad del habla? Quién sabe. Por lo pronto, la obra me ha dejando pensando, y esa es una señal confortante.

Eso que nos infundieron

Otra pieza que merece un aparte en los análisis es aquella llamada “Lo que nos inculcaron” (2009). La reflexión esta vez gira en torno a esos mitos con que determinados macro-poderes inducen los modelos de comportamiento y los patrones de heroicidad de individuos y grupos sociales. Fábulas muchas veces erigidas sobre la falacia y el disfraz como modus operandi básico. La obra se enfoca en ese punto justo en que comenzamos a sospechar de eso que nos “persuadieron”. Aborda la claridad que ilumina al sujeto una vez que decide emanciparse frente a los dictámenes hegemónicos. Nos hace meditar en la importancia del instante de la duda.      

Nombrar las cosas

Además de sus virtudes en materia de oficio pictórico (dominio del dibujo, el claroscuro, la perspectiva, el uso del color, etc.), Juan Antonio destaca por la destreza que demuestra a la hora de titular sus obras, en la mayoría de los casos desde resortes poéticos muy marcados. Sus títulos son decisivos para comprender a cabalidad el alcance de significación de sus trabajos. Prueba de ello son algunos como “El gremio de los inconsultos”, “Abraham Lincoln explaining to a farmer about the american dream”, “The day after tomorrow”, entre otros.

Epílogo

Recientemente, en una conversación con el artista, este me decía que no le gustaba que lo valoraran solo por el oficio pictórico, que en sus propuestas lo que más le interesa es la reflexión, el pensamiento que se esconde detrás de cada uno de sus trazos. Y creo, luego de analizar detenidamente su trayectoria, que le asiste mucha razón. Para Tony el significante nunca es un fin en sí mismo, sino el canal para arribar a significados múltiples, de gran profundidad intelectiva. Más que para la retina, sus lienzos son un reto al raciocinio. Lo cual es un elemento muy a su favor. 

Then, keep going, my friend. The truth is on your canvases.